Los dos abstractos tipos de belleza
Durante esta semana hemos estado dando nuestro punto de vista de "El Banquete de Platón".
Este fragmento nos habla sobre varios aspectos.
El primero es la importancia de valorar la belleza interior y el crecimiento espiritual e intelectual por encima de la belleza física. Muchas veces los seres humanos apreciamos más la belleza visible que la no visible y eso es un error que cometemos. Es cierto que lo primero que se ve, es la primera impresión, pero hay que buscar la belleza en la virtud, el conocimiento, los valores, la ciencia, etc
Platón también menciona que el alma es muy importante ya que, desde el punto de vista de los creyentes, es lo único que nos queda cuando pasamos al otro mundo, pero para los que no creen en un Dios todo poderoso, solo lo ven como el pensamiento de la persona.
Un aspecto imprescindible, es que la belleza interna es eterna y perfecta, nunca marchitará con el tiempo y tampoco envejecerá. Con esto podemos reflexionar de la poca importancia que mucha veces le damos a una belleza fugaz.
Tras esta reflexión, me he inspirado en crear un poema
En el jardín del alma pura,
florece una belleza que no muere,
no es de carne ni de piel,
es un brillo que en el corazón reside.
Más allá del rostro y del cuerpo,
hay un resplandor que no se apaga,
es el fuego de la virtud y el alma,
la chispa que en la noche nos ampara.
Si encuentras un alma virtuosa,
aunque su exterior no brille fuerte,
ámala, cuídala, con devoción,
pues en su ser, la verdad florece.
Busca la bondad en cada acción,
en cada norma de conducta recta,
y verás que todo lo bello,
está en armonía, en perfecta conexión.
De las normas, vuela a las ciencias,
donde la belleza también habita,
y en ese vasto mar de conocimiento,
tu espíritu crecerá sin medida.
No te ates a una sola forma,
no seas esclavo de un solo ser,
contempla la belleza en su inmensidad,
en pensamientos y palabras que al nacer.
Y así, fortalecido en tu búsqueda,
descubrirás la ciencia de la belleza,
una esencia pura, eterna y única,
que ni el tiempo ni la muerte desvanecen.
La belleza en sí, inmutable y serena,
es la luz que a todo da vida,
y en su calma y perfección eterna,
todas las cosas encuentran su guía.
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