EL EXTRANJERO.

 

EL EXTRANJERO.



Despierto en medio de la cama. Mi cuerpo descansa inmóvil, atrapado en un aturdimiento que se siente como cadenas invisibles que me atrapan. Intento moverme, pero mis extremidades se encuentran selladas en su lugar, como si una fuerza desconocida se burlara de mi desesperación.

La habitación se vuelve asfixiante, sus paredes parecen cercanas a mí y el aire estancado me rodean como una prisión silenciosa. Mi respiración se acelera, pero el oxígeno parece evitar mis pulmones. Mi única compañía es el sonido de mi propio corazón.

Mis ojos, abiertos pero inútiles, exploran la habitación , buscando alguna explicación a mi situación. La impotencia aparece en mí, como un jarro de agua fría que se desliza bajo mi piel.

Pienso en romper el silencio con un grito de auxilio, mis cuerdas vocales se quedan atrapadas en mi garganta, paralizadas por el pánico que me atormenta.

 Cierro los ojos pero la oscuridad no desaparece, como si me hallara atrapada en un sueño del cual no puedo despertar.

Cada instante se convierte en una eternidad, y la certeza de estar al borde de lo desconocido me corroe por dentro. Recuerdo la libertad perdida, el movimiento que alguna vez fue natural en mi y ya no tenía.

Gire la vista hacia la esquina de la habitación donde apareció un rostro indistinguible  que comenzaba a formarse en la oscuridad. Sus ojos, brillaban con malicia y se clavaban en los míos. La incomodidad se transformaba en pánico, y mi corazón latía con tanta prisa que parecía ahogarme. La figura se acercaba lentamente, desafiando las leyes de la realidad, y sentía el peso de su presencia como grilletes sobre mi pecho.

Observaba como lentamente, ese monstruo se acercaba a mi, a mi cama, hasta que se paró a los pies de mi cama, ahí pude observar todos sus detalles, era enorme y lo único que se veía era un sombrero y sus ojos como dos puntos blancos, este monstruo parecía un hombre.

Cerré los ojos, intentando recordar que esto era solo un sueño, una pesadilla fugaz que ha creado mi mente. Pero la línea entre la realidad y la fantasía se desvanecía, y la paranoia crecía cada vez más en mi conciencia. 

De un momento a otro esa oscuridad desapareció y un suspiro de alivio escapó de mi garganta cuando, distingo la realidad de mi pesadilla.

El sueño, antes agobiante, ahora parece desaparecer mientras recupero la movilidad. Poco a poco pude empezar a mover mi cuerpo y la parálisis terminó, dejando paso a un sentimiento de alivio en mí.


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