Una jovén que encuentra fortaleza en una silla de ruedas junto a su hermana
Me he inspirado en escribir esta historia, ya que mi mayor temor es quedar en silla de ruedas, y este miedo lo he transformado en una corta historia en la que el personaje termina no amando pero tampoco odiando su silla de ruedas.
Abrí los ojos con la luz matutina filtrándose por las cortinas. Al intentar levantarme, la dura realidad golpeó mi mente. Las sábanas parecían más pesadas y mis piernas simplemente no respondían.
— ¿Hola? ¿Puedes escucharme? —pregunté, buscando respuestas en la habitación vacía.
Mi hermana, Ana, entró en la habitación con una expresión de preocupación en el rostro.
— Hola, ¿cómo te sientes? —preguntó con cuidado.
— No sé, algo está mal. Mis piernas... no las siento.
Ana suspiró, buscando las palabras correctas.
— Hubo un accidente ayer, en la moto. Los médicos dijeron que... que tendrás que usar una silla de ruedas.
Con el pasar de los días, mi vida tomó un giro inesperado. La silla de ruedas se volvió mi compañera constante.
— Vamos, hermano, no te rindas. ¡Podemos superar esto juntos! —dijo Ana con optimismo.
Aunque cada giro de ruedas era un recordatorio de lo que había perdido, poco a poco comencé a adaptarme a esta nueva forma de vida.
En una tarde soleada, Ana y yo decidimos explorar el vecindario. Me costó al principio, pero la silla de ruedas nos llevó a lugares que nunca habíamos visto.
— Mira, ¡puedes seguir explorando, hermano! —exclamó Ana señalando un camino pintoresco.
En la biblioteca local, me sumergí en libros que me transportaron a mundos lejanos. Un día, un anciano se acercó.
— También estuve en una silla de ruedas durante años. Pero nunca dejes que eso defina quién eres.
Sus palabras resonaron en mí, y desde entonces, encontré fuerza en las páginas de los libros y en las experiencias compartidas.
A medida que avanzaba en mi viaje en silla de ruedas, descubrí que la vida, aunque diferente, aún tenía belleza. Las conversaciones, los paisajes y los libros se convirtieron en nuevos capítulos que escribí con optimismo. La silla de ruedas dejó de ser solo una herramienta de movilidad; se convirtió en el vehículo que me llevó hacia una vida llena de desafíos, pero también de inesperadas alegrías.
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