Lolita, el nombre sexualizado para hablar sobre niñas y adolescentes
Esta semana en clase de literatura universal hemos leído a Lolita, no entendí muy bien al principio lo que quería transmitir, pero lo he vuelto a leer y me ha parecido muy interesante. He decidido hacer un poema y comentarlo.
Primero os adjunto el fragmento de la novela que hemos leído.
Ahora creo llegado el momento de presentar al lector algunas consideraciones de orden general. Entre los límites de los nueve
y los catorce años, surgen doncellas que revelan a ciertos viajeros embrujados, dos o tres veces mayores que ellas, su verdadera
naturaleza, no humana, sino nínfica ( o sea demoníaca); propongo llamar nínfulas a estas criaturas escogidas. (...)
Entre esos límites temporales, ¿son nínfulas todas las niñas? No, desde luego. Tampoco es la belleza una piedra de toque; y la
vulgaridad - o al menos lo que una comunidad determinada considera como tal- no daña forzosamente ciertas características
misteriosas, la gracia letal, el evasivo, cambiante, anonadante, insidioso encanto mediante el cual la nínfula se distingue de esas
contemporáneas suyas. (...)
Era la misma niña: los mismos hombros frágiles y color de miel, la misma espalda esbelta, desnuda, sedosa, el mismo pelo
castaño. Un pañuelo a motas anudado en torno al pecho ocultaba a mis viejos ojos de mono, pero no a la mirada del joven
recuerdo, los senos juveniles. Y como si yo hubiera sido, en un cuento de hadas, la nodriza de una princesita, reconocí el
pequeño lunar en su flanco. (...)
Si pedimos a un hombre normal que elija a la niña más bonita en una fotografía de un grupo de colegialas o girl scouts, no
siempre señalará a la nínfula. Hay que ser artista y loco, un ser infinitamente melancólico, con una burbuja de ardiente veneno
en las entrañas y una llama de suprema voluptuosidad siempre encendida en su sutil espinazo, para reconocer de inmediato,
por signos inefables - el diseño ligeramente felino de un pómulo, la delicadeza de un miembro aterciopelado y otros indicios que
la desesperación, la vergüenza y las lágrimas me prohíben enumerar- al pequeño demonio mortífero ignorante de su fantástico
poder.(...)
Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres
pasos desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo. Li. Ta. Era Lo, sencillamente Lo, por
la mañana, un metro cuarenta y ocho de estatura con pies descalzos. Era Lola con pantalones. Era Dolly en la escuela. Era
Dolores cuando firmaba. Pero en mis brazos era siempre Lolita.
Poema
En la penumbra de límites tenues,
entre nueve y catorce, doncellas se dibujan.
Nínfulas, seres mágicos, revelan su esencia,
a viajeros hechizados, encanto sin inocencia.
No todas son nínfulas en esta danza,
la belleza no define su andanza.
Vulgaridad no eclipsa su misterio,
la gracia letal, encanto misterioso, su criterio.
Era la misma niña, en hombros de miel,
esbelta espalda, lunar en su piel.
El pañuelo a motas, oculta secretos,
ante ojos viejos, pero no jóvenes recuerdos.
A través de la mirada del joven pasado,
reconocí su ser, en un cuento encantado.
En fotografías, el hombre común no ve,
el aura de la nínfula, que el artista aprehende.
Para reconocer al demonio de encanto,
hay que ser artista, loco en su encanto.
Melancolía infinita, veneno ardiente,
en su espinazo, la llama siempre presente.
En el juego de la desesperación y la vergüenza,
el pequeño demonio ignora su potencia.
Lolita, luz de vida, fuego interior,
pecado, alma, en su nombre, ardiente fervor.
Lo-li-ta, tres pasos en lengua danzante,
del paladar a los dientes, en su instante.
Lo Li. Ta. Sencillamente Lo al amanecer,
un metro cuarenta y ocho, pies descalzos al florecer.
Lola con pantalones, Dolly en la escuela,
Dolores al firmar, la dualidad revela.
En mis brazos siempre Lolita es,
un cuadro de encantos, en su ser.
Comentario
Este texto es un fragmento de "Lolita" de Vladimir Nabokov, reconocido por su estilo literario elaborado y su temática controversial. Describe la fascinación del narrador por las nínfulas, niñas entre los nueve y catorce años, utilizando un lenguaje poético y evocador. La conexión entre el narrador y Lolita se revela de manera intensa y compleja, destacando la dualidad de su percepción entre lo prohibido y lo sublime. Aunque el texto es estilísticamente rico, aborda una temática controvertida y cuestiona la ética moral.
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