Diálogo entre Andrómaca y Héctor. La Ilíada

El otro día en clase leímos unos fragmentos de La Ilíada. Me he inspirado en el Dialogo entre Andrómaca y Héctor y he escrito un poema.

 En las sombras de Troya, donde el destino se entrelaza,

Andrómaca, con voz temblorosa, su dolor abraza,

"¡Desdichado!", grita, su voz llena de pesar,

En sus ojos, la tristeza, el miedo, el amargo llorar.

"¿No sientes compasión por tu hijo, tierno y pequeño?

Ni por mí, que seré viuda bajo el cielo risueño.

Los aqueos vendrán, en furia implacable y ruda,

Y acabarán contigo, ¡mi corazón lo presagia y ayuda!"

La tragedia pesa como plomo en su alma ya cansada,

"Si pereces en la batalla, mi vida será quebrada.

Perdí a mi padre, a mis hermanos, a mi tierra natal,

Y ahora tú, Héctor, ¿te irás también, mi amor, mi ideal?"

Héctor, con su yelmo en la mano, habla con determinación,

"En la primera fila, entre troyanos, enfrentaré mi misión.

Mi padre y yo, en gloria, brillaremos algún día,

Aunque Troya caiga, mi valentía en la historia perduraría."

Pero Andrómaca llora por las sombras que vendrán,

"La futura desgracia no me asusta, lo que sufrirás tú, bien lo sé.

En Argos, quizás, tejerás, en esclavitud cruel,

Lágrimas serán testigos de mi amor, fiel y laurel."

Héctor tiende sus brazos, abraza a su hijo con amor,

El pequeño teme, siente en su piel el terror y el ardor.

Y en el gesto de un padre, en el rincón de una nodriza,

El amor y el miedo, en el alma, son una danza precisa.

Zeus y los dioses escuchan su ruego, su súplica apasionada,

"Que mi hijo sea como yo, valiente, en esta tierra desgarrada,

Que regrese de la batalla con honor y gloria inmortal,

Y que tú, Andrómaca, encuentres paz, aunque el destino sea fatal."

Así, entre lágrimas y esperanza, en el palacio, en la pena y el pesar,

Andrómaca lleva en su corazón, el amor que nunca dejará de amar,

A Héctor, a su hijo, en las sombras de la Iliada, en el suspiro del viento,

Escribe la tragedia, pero también el amor eterno, el eterno sentimiento.

Sara